Protección divina
2 Señor mío y fuerza mía, yo te amo,
3 Señor, roca mia, castillo mio,
mi Dios, salvador, peñón de refugio,
mi escudo, cuerno salvador y baluarte,
4 Invoqué al Señor merecedor de gloria,
y de mis enemigos me libre.
5 Olas de muerte me envolvían,
torrentes arrasadores me aterraban,
6 las cuerdas del sheól me rodeaban,
los lazos de la muerte me caían.
7 Pero invoque a Dios,
clamé al Señor en tal apuro
y en su templo oyó mi voz
llegando mi clamor a sus oídos.
8 La tierra se estremeció, retembló,
temblaron los cimientos
de los montes, vacilaron,
porque venía el Señor ardiendo en ira.
9 De su nariz echaba humo,
de su boca fuego devorador salía,
carbones ardientes que encendía.
10 Inclino los cielos y bajo,
teniendo bajo sus pies negra nube.
11 Un querubín lo llevaba volaba,
las alas del viento cabalgando.
12 Un velo de tinieblas lo envolvía,
agua tenebrosa, denso nubarrones.
13 El fulgor que su rostro despedía
encendía carbones, todos fuego.
14 Tronó el Señor allá en el cielo,
lanzó un refugio el altísimo.
15 Disparó sus flechas, los dispersó,
los derrotó lanzandoles rayos numerosos.
16 Descubrió entonces el mar sus abismos,
los cimientos del mundo
quedaron desnudos,
por aquella represión del Señor,
por el aliento de su cólera ardiente.
17 Alargó desde arriba su mano,
me agarró
y me sacó de las aguas profundas.
18 Me arrancó de las manos
de enemigo fortísimo,
del poder de adversarios
más fuertes que yo.
19 En aciago día llegaron, me arrancaron:
pero el Señor se convirtió en guarnición.
20 Luego, me sacó a campo libre,
librándome por el amor que me tiene.
21 Me premió el Señor según mi justicia:
me pagó conforme a la pureza
de mis manos
22 Porque he seguido el camino del Señor
sin apartarme, pecando, de mi Dios.
23 Pues tenía siempre
a mi vida sus preceptos,
y nunca de sus mandamientos
me desviaba.
24 He vivido inmaculado en su presencia
guardándome de cometer
cualquier culpa.
25 Por eso, me premió el Señor
según mi justicia,
conforme a la pureza
de mis manos a sus ojos.
26 Pues con el piadoso eres piadoso,
y con el íntegro eres íntegro:
27 eres puro con el puro
y con el astuto, precavido.
28 Eres el libertador de los plebeyos,
y humillas a los ojos altaneros.
29 Hiciste que mi lámpara brillará:
Dios mío, tú iluminas mis tinieblas.
30 Irrumpo con tu ayuda
en batallones enemigos:
auxiliado por mi Dios salto la muralla.
31 El camino del Señor no tiene mancha:
la palabra del Señor, en fuego acrisolada.
Él es escudo que protege
a cuantos buscan su refugio en él.
32 ¿Fuera del Señor hay otra roca?
¿Hay otro Dios además de nuestro Dios?
Es Dios quien me ciñó de fuerza.
33 quien hizo que fuera íntegra mi vida.
34 quien mis piernas hizo veloces,
cual de ciervo,
quien me hizo trepar a las alturas,
35 quien me adiestró
para el combate las manos,
y los brazos para tender arco de bronce.
36 Mé pusiste tu escudo salvador,
tu mano derecha me sostuvo,
tu cuidado me hizo grande.
37 para mis pies ensanchaste la vereda,
y mis pies no vacilaron.
38 A mis enemigos perseguía
y los alcanzaba:
y hasta acabarlos no volvía.
39 Los derribé,
no pudieron de nuevo levantarse,
y bajo mis plantas sucumbieron.
40 Me ceñiste de fuerza para la batalla,
hiciste que mis enemigos se rindan.
41 Hiciste que mis contrarios
volvieran las espaldas,
hiciste añicos aquellos que me odiaban.
42 Alzaban el grito y nadie los salva:
clamaban al Señor y no los atendía
43 Entonces les dispersé,
cual viento al polvo:
y los pisotee como al lodo de la calle.
44 Me libraste de las rebeldías del pueblo,
me hiciste cabeza de naciones.
45 Un pueblo desconocido me sirvió,
al primer rumor se sometió:
46 los extranjeros me adulaban:
pálidos temblando,
salían de sus castillos.
47 Viva el Señor bendita sea mi roca:
Dios, mi salvador,
sea glorificado y ensalzado.
48 El Dios que me concedió vengarme,
que sometió los pueblos a mi imperio.
49 Tú que de mis enemigos me libraste,
sobre mis contrarios me elevaste,
de aquel hombre brutal me defendiste.
50 Por eso Señor, cantaré tu gloria
en las naciones
entonaré himnos en tu nombre,
51 porque diste a tu rey grandes victorias,
tuviste misericordia de tu ungido,
de david y su raza para siempre.
carbones ardientes que encendía.
10 Inclino los cielos y bajo,
teniendo bajo sus pies negra nube.
11 Un querubín lo llevaba volaba,
las alas del viento cabalgando.
12 Un velo de tinieblas lo envolvía,
agua tenebrosa, denso nubarrones.
13 El fulgor que su rostro despedía
encendía carbones, todos fuego.
14 Tronó el Señor allá en el cielo,
lanzó un refugio el altísimo.
15 Disparó sus flechas, los dispersó,
los derrotó lanzandoles rayos numerosos.
16 Descubrió entonces el mar sus abismos,
los cimientos del mundo
quedaron desnudos,
por aquella represión del Señor,
por el aliento de su cólera ardiente.
17 Alargó desde arriba su mano,
me agarró
y me sacó de las aguas profundas.
18 Me arrancó de las manos
de enemigo fortísimo,
del poder de adversarios
más fuertes que yo.
19 En aciago día llegaron, me arrancaron:
pero el Señor se convirtió en guarnición.
20 Luego, me sacó a campo libre,
librándome por el amor que me tiene.
21 Me premió el Señor según mi justicia:
me pagó conforme a la pureza
de mis manos
22 Porque he seguido el camino del Señor
sin apartarme, pecando, de mi Dios.
23 Pues tenía siempre
a mi vida sus preceptos,
y nunca de sus mandamientos
me desviaba.
24 He vivido inmaculado en su presencia
guardándome de cometer
cualquier culpa.
25 Por eso, me premió el Señor
según mi justicia,
conforme a la pureza
de mis manos a sus ojos.
26 Pues con el piadoso eres piadoso,
y con el íntegro eres íntegro:
27 eres puro con el puro
y con el astuto, precavido.
28 Eres el libertador de los plebeyos,
y humillas a los ojos altaneros.
29 Hiciste que mi lámpara brillará:
Dios mío, tú iluminas mis tinieblas.
30 Irrumpo con tu ayuda
en batallones enemigos:
auxiliado por mi Dios salto la muralla.
31 El camino del Señor no tiene mancha:
la palabra del Señor, en fuego acrisolada.
Él es escudo que protege
a cuantos buscan su refugio en él.
32 ¿Fuera del Señor hay otra roca?
¿Hay otro Dios además de nuestro Dios?
Es Dios quien me ciñó de fuerza.
33 quien hizo que fuera íntegra mi vida.
34 quien mis piernas hizo veloces,
cual de ciervo,
quien me hizo trepar a las alturas,
35 quien me adiestró
para el combate las manos,
y los brazos para tender arco de bronce.
36 Mé pusiste tu escudo salvador,
tu mano derecha me sostuvo,
tu cuidado me hizo grande.
37 para mis pies ensanchaste la vereda,
y mis pies no vacilaron.
38 A mis enemigos perseguía
y los alcanzaba:
y hasta acabarlos no volvía.
39 Los derribé,
no pudieron de nuevo levantarse,
y bajo mis plantas sucumbieron.
40 Me ceñiste de fuerza para la batalla,
hiciste que mis enemigos se rindan.
41 Hiciste que mis contrarios
volvieran las espaldas,
hiciste añicos aquellos que me odiaban.
42 Alzaban el grito y nadie los salva:
clamaban al Señor y no los atendía
43 Entonces les dispersé,
cual viento al polvo:
y los pisotee como al lodo de la calle.
44 Me libraste de las rebeldías del pueblo,
me hiciste cabeza de naciones.
45 Un pueblo desconocido me sirvió,
al primer rumor se sometió:
46 los extranjeros me adulaban:
pálidos temblando,
salían de sus castillos.
47 Viva el Señor bendita sea mi roca:
Dios, mi salvador,
sea glorificado y ensalzado.
48 El Dios que me concedió vengarme,
que sometió los pueblos a mi imperio.
49 Tú que de mis enemigos me libraste,
sobre mis contrarios me elevaste,
de aquel hombre brutal me defendiste.
50 Por eso Señor, cantaré tu gloria
en las naciones
entonaré himnos en tu nombre,
51 porque diste a tu rey grandes victorias,
tuviste misericordia de tu ungido,
de david y su raza para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola invito a todos para que participen
y hagan sus comentarios gracias